Cuando uno es padre, intenta que sus hijos o hijas no cometan los errores que quizá pudiera haber cometido él mismo en el pasado. En este momento, somos conscientes de algunas de las cosas que hemos hecho mal y tenemos miedo de que nuestros descendientes sufran las consecuencias que, por supuesto, nosotros ya conocemos. Es verdad que, en su día, nosotros no teníamos tan a la vista el peligro. Eso es lo que le sucede a nuestros hijos e hijas en este momento. Y, claro, hay que alertarles de todo ello.
Una situación como la que os acabamos de contar se puede extrapolar a muchos momentos y actividades. En el artículo que estáis leyendo, voy a centrarme en un aspecto como la educación, que es especialmente importante cuando estamos en una edad infantil o adolescente. Aquí hay muchos riesgos de los que los padres y madres tenemos que ser conscientes. Nuestro cometido es que nuestros chicos y chicas los eviten, porque desde luego eso puede tener un impacto considerable en el éxito que puedan tener a nivel académico.
Yo no tuve una buena experiencia en este sentido. Creo que siempre he tenido nivel para haber aprobado todos los cursos en los que me he ido encontrando, pero la verdad es que he sido demasiado vago y eso ha tenido sus consecuencias. Creo que habría podido ir a la universidad, pero me limité a terminar la ESO y salí directamente a trabajar. Ahora que mi hijo se encuentra en el colegio, no quiero que le pase lo mismo. Quiero que sea el mejor de su clase y que se vaya adaptando a los nuevos cursos para que sea el orgullo de la familia.
Por supuesto, intento explicarle lo importante que esto resultaría. Pero reconozco que nunca he estado demasiado seguro de que ese sueño se vaya a hacer realidad. No lo digo porque no tenga capacidad, es más bien al contrario, mi hijo está todavía más preparado de lo que estaba yo, pero me da miedo que, al llegar a un nuevo contexto como lo puede ser el del instituto, sus notas puedan decaer. Cuando se llega a esa etapa y la adolescencia hace mella, la capacidad de distraerse se ve aumentada exponencialmente. Eso es lo que me asusta.
Leer artículos como el de Málaga Hoy que os voy a enlazar a continuación tampoco es que me haya dejado demasiado tranquilo, para qué os voy a engañar. Resulta que el artículo gira en torno a los motivos por los cuales suspenden tantos alumnos en secundaria. Y es que los suspensos en Lengua o Matemáticas se duplican cuando se llega a la Educación Secundaria. Una de las declaraciones que se recogen en la noticia viene a decir que, al tener que adaptarse a un nuevo contexto como el instituto, en el que el control por parte de los profesores ya no es tan cercano y en el que el trabajo individual prima más, hay muchas dificultades para muchos alumnos y alumnas.
Entenderéis que me preocupe bastante este tema, sobre todo porque el ejemplo concreto del que hablamos más arriba hace referencia a asignaturas como Lengua o Matemáticas, que son las que pueden hacer repetir un curso y las que van a tener una influencia muy grande a la hora de que esos adolescentes tengan capacidades suficientes como para desarrollarse en otras áreas y en distintos ámbitos de la vida. En total, y como apunta la noticia que os dejo ahora y que procede de la web de El Día de Córdoba, el 40% de los alumnos de tercero de la ESO suspenden Matemáticas y el 30% Lengua. Son cifras muy altas y de las que cada adolescente tiene que escapar.
Es difícil que un adolescente pueda evadirse del cambio que genera pasar del colegio al instituto. Se encuentran en un momento en el que van a conocer a mucha gente nueva y en el que, además, van a empezar a ver a diario a chicas o chicos que les puedan llamar poderosamente la atención. El amor empieza a hacer acto de aparición en un entorno como este y cuando somos jóvenes lo vivimos de manera tan intensa que incluso es posible que todo lo que tenga que ver con el estudio se quede en un segundo plano.
También es cierto que existe un aumento de la dificultad en el conjunto de conocimientos que estamos aprendiendo y que hay que conocer diferentes maneras de enfrentarnos al estudio de estos conocimientos. No es lo mismo prepararse un examen de quinto o sexto de Primaria que de segundo de la ESO. La diferencia es ostensible y hay que tenerle respeto a enfrentarse a todo lo que guarda relación con esos niveles. Siguiendo con el caso de mi hijo, el aumento en el nivel vino precedido de un bajón en las notas.
Entre que los conocimientos eran más complicados y que el número de distracciones se empezó a convertir en algo más habitual, la verdad es que tuve que empezar a valorar el tomar una decisión que cambiara el rumbo. Lo vi claro. Teniendo la experiencia de mi propio caso, pude anticiparme a todo lo que tenía que ver con el de mi hijo.
Llegar al instituto tenía que venir acompañado, en el caso de mi hijo, de un cambio en lo relativo a las técnicas de estudio que utilizaba. Era algo en lo que yo no había invertido el suficiente tiempo cuando era joven y que creía conveniente para su caso. Optamos por obtener el apoyo del Centro Psicopedagógico Cristina Hormigos y la experiencia fue muy positiva porque pudo descubrir maneras de enfrentarse a los exámenes que son realmente útiles y que despertaron su mente.
Los resultados que ha experimentado mi hijo con este cambio han sido buenos. Realmente, ahora es cuando he podido respirar aliviado al saber que he hecho lo correcto y que he podido conseguir una educación mucho mejor para mi hijo que la que yo mismo dediqué para mí. Eso, para un padre, es un alivio tremendo y la verdad es que estoy seguro de que esto va a ser indispensable para su éxito académico en los próximos años.
Un aprendizaje que vale oro de cara a la universidad
No debemos limitarnos a aprender únicamente los conocimientos que forman parte de un itinerario formativo. Tenemos que aprender de qué manera esos conocimientos nos pueden ser de utilidad en nuestra vida diaria y cómo podemos hacer que nuestra cabeza los tenga siempre en cuenta. Esas cosas, como tantas otras en la vida, se pueden implementar en nuestro día a día para mejorar.
El aprendizaje de estas técnicas de estudio va a tener, a buen seguro, un impacto directo en cómo mi hijo va a absorber conocimientos tanto ahora en el instituto como luego más tarde, en la Universidad. Seguro que va a obtener muchos réditos de esta situación y que va a poder obtener un estudio que sea más eficiente que el que venía realizando hasta ahora y que tantos problemas le estaba empezando a dar para sacar adelante los exámenes.
Hay que estudiar mucho, sí, pero estudiar bien
Todo el mundo sabe que para obtener un beneficio en lo que tiene que ver con la educación, hay que ganarse el sueldo. No hay beneficio sin sacrificio y debemos invertir mucho tiempo en todo lo que tenga que ver con el estudio de un curso, de una asignatura o de una carrera universitaria.
Pero esa cantidad de esfuerzo que realizamos ha de estar bien invertida. Podemos dedicar mucho tiempo a estudiar, pero si no lo hacemos de una manera eficiente, es posible que no lleguemos a alcanzar el objetivo que estamos intentando conseguir. Y no hay mayor tristeza en el mundo que el hecho de invertir muchos de nuestros recursos en algo que finalmente no vamos a poder lograr. Ese era otro de los grandes miedos que tenía y que creo que ha sido resuelto durante los últimos meses.
Además, que seamos capaces de estudiar de una manera eficaz nos va a preparar para un mundo laboral que tiene cada vez una mayor exigencia y que requiere de personas que obtengan el máximo rédito por cada esfuerzo. Estudiar bien es un primer paso necesario para trabajar mejor, sobre todo porque es una manera de aprender a organizarnos y amueblar nuestra cabeza, asuntos de los que muchas veces es fácil hablar pero que no son tan fáciles de conseguir.
Creo que el caso de mi hijo es un buen ejemplo de que se pueden cambiar muchas cosas en el estudio sí hasta ahora no nos ha ido bien. Cuando las cosas no funcionan, el ser humano ha de emplear su cerebro para hacer que esa situación dé un giro, del mismo modo que un entrenador de fútbol cambia de táctica o de jugadores cuando va perdiendo. Apostar por eso es ser inteligente y mostrar ambición por lograr nuestros objetivos. Viese siempre va a ser el primer paso para conseguirlos.