Historia de las gargantillas de acero, la joya preferida por los hombres modernos.

Gargantilla de acero hombre.

Los hombres no somos mucho de llevar joyas. Pero si hay una que no nos desagrada son las gargantillas de acero. A veces, complementadas por un colgante o chapa grabada. Conozcamos de donde viene este complemento.

Ana hacía tiempo que quería regalarle una joya a su novio. La joya simbolizaría la belleza y la fuerza de su amor. El problema estaba en encontrar algo que le gustara y la llevara siempre consigo. Pensó en una gargantilla de acero con una bonita chapa que se pudiera grabar. No tenía tiempo para desplazarse a una joyería. Al final la compró en Serrano Joyeros, una joyería de Ciudad Real, abierta desde 1943, que en la actualidad dispone de una nutrida tienda online. En muchas ocasiones, internet es nuestro recurso más socorrido.

Las gargantillas de acero son una joya que gusta a los hombres jóvenes porque es discreta. No llama demasiado la atención. Combina con cualquier look y no requiere ningún tipo de mantenimiento. No se ensucia con el sudor, ni se oxida con el agua. Puedes llevarla puesta para bañarte en la piscina o ducharte por la mañana con ella. Los hombres no somos de guardar las joyas en un joyero y tener reservada una joya para cada ocasión. Nos gustan los complementos versátiles y cómodos.

Por otro lado, esta joya es personalizable. Podemos agregarle un colgante con un símbolo con el que nos sintamos identificados o ponerle una chapa que podemos grabar con una fecha, un nombre o un mensaje, que haga referencia a alguna situación que sea importante para nosotros.

Aunque esta joya parece relativamente nueva, no es así. Esta es su historia.

Una joya con mucho recorrido.

Las gargantillas son collares pequeños que apenas rodean la garganta, frente a otros collares más largos que caen sobre el pecho o que dan varias vueltas al cuello. El periódico El Heraldo de Aragón señala que es un accesorio con mucha historia. Ahora son populares entre los hombres, pero durante mucho tiempo fue un complemento eminentemente femenino.

Se sabe que las gargantillas ya se utilizaban en el antiguo Egipto y la India antigua. Son los celtas los primeros que empiezan a fabricar collares para hombres. Eran cadenas de plata que llevaban algún tipo de colgante simbólico y que servía de talismán para los guerreros.

En la edad media, las gargantillas de hombre se transforman en collares largos, adornados con piedras preciosas que representan poder y estatus social. Son frecuentes en las casas reales europeas y entre la alta nobleza.

En el siglo XVI, en 1531, se realiza un cuadro en el que Ana Bolena, la prometida del rey inglés Enrique VIII, aparece ataviada con una gargantilla de perlas con un colgante de oro que representa una “B” mayúscula. Es una joya curiosa, puesto que lo frecuente hasta ese momento eran los colgantes largos, terminados con un blasón familiar o con un relicario.

En la revolución francesa, los nobles desposeídos de sus títulos, solían llevar al cuello una cinta de tela roja en homenaje a los aristócratas que habían sido ajusticiados en la guillotina.

Durante el siglo XIX, las gargantillas formaban parte del uniforme de las prostitutas parisinas. Una mujer que llevara al cuello un collar pequeño indicaba a los demás que se dedicaba al oficio más antiguo del mundo.

En la época victoriana, la realeza europea retoma este accesorio. En los retratos de la época es habitual ver a las reinas llevar puesta esta joya. Una de las precursoras fue la princesa Alejandra de Dinamarca. Quien se piensa que llevaba una gargantilla colgada al cuello para ocultar una cicatriz.

A principios del siglo XX, la alta burguesía industrial norteamericana recurre a las gargantillas como un accesorio identificativo. Es habitual, en aquel periodo, ver en las fotos que se publicaban la prensa, a las damas de la alta sociedad estadounidense lucir gargantillas adornadas con diamantes.

En los años 90, el movimiento grunge reivindica las gargantillas como un complemento identificativo de su look. Lo hace tanto para hombres como para mujeres. Sustituye las cadenas de metal por cordones de cuero de los que cuelga una chapa militar o un colgante de metal.

Hoy la gargantilla es un accesorio unisex y universal. Que llevan tanto hombres, como mujeres, con independencia de su estética y estatus social.

Las chapas en el ejército.

Uno de los complementos habituales de las gargantillas para hombre son las chapas militares. Son chapas de acero o de aluminio, en las que, en un principio, los soldados llevaban grabado su nombre, la unidad militar a la que pertenecían y alguna que otra información relevante para que pudieran ser identificados en caso de que cayeran en combate.

Se piensa que estas chapas proceden del ejército estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial y la guerra del Vietnam. Sin duda, el cine ha contribuido a difundir esta idea, pero su existencia es anterior.

Es durante la guerra franco-prusiana, en 1870, cuando el ejército prusiano obliga a todos sus soldados a llevar una chapa de hierro colgada al cuello en el que se grababa el nombre del militar y su dirección. La idea era que en el caso de que cayera muerto se pudiera comunicar su defunción a la familia. Esta chapa recibió el apodo de Hundemarken, chapa de perro, puesto que era el mismo sistema que el káiser había impuesto en Berlín para controlar a los perros callejeros. Aquellos perros que se encontraban en la calle y llevaban identificación se les devolvía a sus dueños, mientras que los que no llevaban chapa, la perrera municipal, los sacrificaba.

Durante la Primera Guerra Mundial, el ejército inglés y el de otros países de la Commonwealth, Canadá y Australia, entregó dos chapas grabadas a cada uno de los soldados. Estaban fabricadas en fibra, no con metal. Una era de color rojo y la otra verde. La idea es que la roja se entregara al comandante de la unidad militar, en caso de que un soldado encontrara a un compañero muerto en el campo de batalla y la otra permaneciera en el cuerpo del difunto para ser identificado.

Cuando EE.UU. entra en la guerra, en abril de 1917, casi a punto de terminar, utiliza el sistema de identificación británico, pero sustituye las chapas de fibra por otras de metal, resistentes al fuego.

Este sistema identificativo seguirán utilizándolos los ejércitos Inglaterra y EE.UU. en guerras posteriores. Un dato curioso es que durante la guerra del Vietnam, el ejército norteamericano autorizó a los soldados a llevar las chapas recubiertas por una funda de plástico, ya que el tintinear de su choque alertaba a las tropas del Vietcom sobre su presencia. Lo cual facilitaba las emboscadas.

Las gargantillas en la cultura popular.

Las cadenas cortas colgadas al cuello eran frecuentes en los países católicos. De la cadena solía pender una cruz o una medalla alusiva a una virgen o un santo. Era un accesorio que se llevaba debajo de la ropa, pegado a la piel. La intención era que el santo protegiera a la persona que la llevaba puesta.

A excepción de esta reliquia religiosa, durante el siglo XIX y XX, los collares eran una joya exclusiva de las mujeres. Es el movimiento hippy el que reivindica el uso de los collares para los hombres. Aunque los hippies eran pacifistas, uno de los complementos que adoptan son las cadenas y chapas militares. Esto se debe a que algunos jóvenes desertores de la guerra del Vietnam se unen a este movimiento. Por otro lado, otros que no habían sido soldados, adoptan este complemento indicando con él que son norteamericanos, pero están en contra de la guerra. Muchos de ellos, sustituyen las placas militares por colgantes con el símbolo de la paz.

Otro de los colectivos que utilizan las gargantillas metálicas con placas identificativas son los moteros. La razón de esta práctica es que la alta siniestralidad en carretera obliga a los conductores de motocicleta a estar identificados. Con el tiempo, las placas identificativas se sustituyen por otros colgantes, como calaveras.

La influencia del colectivo motero en el Rock es evidente. Esto hace que estos complementos pasen a ser adoptados por seguidores de esta música, aunque no conduzcan una motocicleta. Las gargantillas son frecuentes en algunas tribus urbanas posteriores como los heavy y los punks.

Una parte del heavy y de la música punk evoluciona a sonidos más oscuros. En los años 80 surge el rock gótico, diversificándose y desarrollándose en décadas posteriores. Los góticos complementan sus gargantillas metálicas con colgantes que representan símbolos de la cultura medieval, celta o con un significado exotérico.

Una etnia en la que es habitual que los hombres lleven cadenas y gargantillas de oro son los gitanos. El origen de esta tendencia hay que encontrarla en la tradición religiosa. Con este complemento, los gitanos expresan su fe, pero también su poderío. A principios del siglo XXI el uso de este complemento se extiende entre amplios grupos de jóvenes de los barrios de las ciudades que suelen escuchar música derivada del flamenco.

Este es el origen y evolución de esta pieza de joyería, una de las más populares entre el público masculino.

 

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